El mobiliario urbano suele tener requisitos que prioritariamente tienen que ver con calidad y certificaciones de seguridad y durabilidad, pero, aunque estas características son de suma importancia y siempre deben ser contempladas, no por ello debe ponerse de lado aquellas particularidades que pueden hacer de estos productos unos muy especiales. Para lograr destacar una pieza de este tipo, es fundamental contemplar una de las propiedades de mayor valor dentro del mobiliario urbano: el diseño. Este último permite tener no únicamente un sentido de funcionalidad, si no que, al mismo tiempo, otorga al espacio en el que es colocado una nueva perspectiva, generando así una revalorización del área.
Bajo este impulso de transformar hacia una nueva óptica un espacio determinado, en el Jardín Botánico Alejandro Merino del Colegio Enrique Molina Garmendia de Concepción, al sur de Chile, fue colocada una “Banca infinita”, una pieza de arte-objeto dentro del rango del mobiliario urbano que apuesta por acercar a la población a este parque con más de 60 especies arbustivas que se encuentra a solo unos pasos de una de las áreas verdes más importantes de la ciudad.
Esta banca llamada “Banca Infinita” tiene una forma circular con 14 m de diámetro, y se constituye por 67 módulos de madera que se ven interrumpidos una única vez por el sendero que cruza de manera diagonal el parque completo. Aunque puede ser usada simplemente para descansar, fue diseñada con la intención de que sobre ella sean impartidas clases, talleres y encuentros académicos con alumnos.
Diseñada por Azócar Catrón Arquitectos, esta banca es más que simple mobiliario urbano y constituye un ejemplo para la construcción de nuevos espacios pensando no sólo en simple funcionalidad o calidad, sino también en los nuevos trazos de estética que hacen de nuestras áreas comunes lugares enteramente más disfrutables.
